Estimados amigos:
Como les comuniqué, vamos a retroceder en el tiempo. Cuando llegué a Trujillo (1975), conocí las casonas coloniales, sus historias desde los años 1535 al 1800. Sus leyendas (y las de los fantasmas que las habitan).
Conocí el balneario de Huanchaco, un lugar turístico, y quedé asombrado del rescate de más de 2000 años de sus balsas de totora de los antiguos mochicas, que surcan el mar para la pesca diaria.
Habiendo vivido en la ciudad de Lima, hasta los 24 años, me quedé también asombrado -y con pena- de los restos arqueológicos de la ciudad de barro más grande de América: Chan Chan, y conocí la Huaca de la Luna, cuando los huaqueros y profanadores de tumbas las saqueaban a diario entre los años 1975 a 1990.
Vi las danzas típicas como la gracia y elegancia de la marinera trujillana. Viajé a Chiclayo, me quedé maravillado del Museo Brunning. Los restos de los templos de Túcume y la famosa tumba del Señor Sacerdote Guerrero de Sipán. Les alcanzo algunas fotos de avance, para que sueñen con lo que vamos a viajar en el tiempo.
Les alcanzaré fotos y narraciones jamás contadas a la prensa o TV. Bueno, de eso escribiremos la próxima semana, retrocediendo al tiempo de las primeras culturas del Perú.
Hasta pronto...
Arturo